jueves, 30 de agosto de 2007

El legado de Philidor en José Raúl Capablanca (VI)


Retrato de un hombre



Torneo de Nueva York de 1924.


Capablanca reinaba bajo un cielo despejado; gozaba de gran renombre; recibía a modo de sinecuras diplomáticas, ayuda de su gobierno; contrajo matrimonio con una cubana joven y acaudalada, y pasó la luna de miel en París, donde una noche fijó su atenta mirada en un busto que se situaba reinante encima de uno de los capiteles del Palacio de la Ópera: era la esfinge de nuestro querido y apreciado François-André Danican Philidor (!?). Mientras le hacía un guiño, en señal de reconocimiento, se dirigía a presenciar con su esposa una buena opereta que andaba allí en cartel desde hacía mucho, mucho tiempo. También, planeaba actuar en la arena ajedrecística parisina, percibiendo por ello unos honorarios que el Dr. Lasker nunca hubiese sospechado… .


En el mes de Agosto de 1922 jugaría en el Torneo de Londres, donde participaban Alekhine (Aliejin), que acababa de abandonar la patria y ya había cosechado una serie de éxitos estimables, los venerables Rubinstein, Vidmar y Maroczy, los vencedores en los últimos torneos internacionales Bogoljubow y Reti, el joven Euwe (!?) y los mejores ajedrecistas ingleses, entre ellos los relevantes tácticos Atkins y Yates.


Capablanca no defraudó, pues obtuvo brillantemente el primer premio al ganar once partidas y empatar cuatro de las quince que jugó.


Como muy bien indica el maestro "comunista" Panov, a partir de aquí, Capa empezó a revelar la perniciosa influencia del sentido práctico norteamericano: ya no iba en pos del logro artístico sino del económico y deportivo.


José Raúl pasó 1923 lejos de los tableros, enfrascado en asuntos de familia. Su primer hijo nació el 2 de Enero, llamado José Raúl Capablanca y Simoni (que luego sería abogado de profesión). Recordado ajedrecísticamente, por su participación en el IV Torneo Capablanca In Memoriam , en La Habana 1965, como ejecutante ante el tablero real de las jugadas enviadas por el GM Bobby Fischer, cuando éste participó en el evento jugando por teletipo (!?). José Raúl Jr. se casó con Mercedes Medina Acosta el 22 de Diciembre de 1961. La pareja tuvo dos hijos y dos hijas, entre 1963 y 1973. José Raúl Jr., murió, como su padre, de un ataque al corazón, el 31 de Enero de 1984.


Siguiendo con la descendencia del genial jugador cubano, hay que decir que el 23 de Junio de 1925 nació su hija Gloria de los Angeles Capablanca y Simoni, también de mismo nombre que su madre, Gloria Simoni Betancourt, natural de Camagüey, de la que Capa se divorciaría un 20 de Octubre de 1938, cuando la guapa musa rusa Olga Chagodayeva se había cruzado en su camino desde hacía cuatro años atrás (1934).



Gloria de los Angeles vivió en Miami con su marido, Rafael Palacios Moreno.


En aquel año espiritual (para José Raúl) de 1923, Capa también perdió a su padre (de nuevo el color blanco y negro de las casillas ajedrezadas parece que se cruzan en su vida).




Capablanca y su padre



José María Capablanca murió en la Habana un 28 de Junio, a la edad de 61 años, producto de un tumor desarrollado tras una angustiosa caída de caballo. José María, era a su vez hijo de un comandante de la armada española, nativo de Navarra, y había nacido en Bayamo un 21 de Enero de 1862, casándose a los 22 años, el 19 de Mayo de 1884, con la "matancera" María Graupera Marín, la nieta favorita de Tranquilino Sandalio de Noda, quién llegaría a sobresalir por su notable inteligencia y por la realización de múltiples profesiones.


Tranquilino Sandalio de Noda fue un hombre admirado y respetado. Casi todos los que entablaron relación con él se sorprendían por la gran cantidad de conocimientos que poseía. Con una voluntad tremenda de aprender, desempeñó las labores de agrimensor, matemático, pedagogo, naturalista, filósofo, publicista, arqueólogo, historiador y economista. Fue además novelista, poeta y dominó varios idiomas (!!).


¡Qué bonita estirpe de familia para un campeón del mundo de ajedrez!.


El matrimonio " Capablanca Graupera" tuvo once hijos pero hacia 1892 solamente tres de ellos habían dado sus primeros pasos: Salvador (Dentista. Nacido en 1885), José Raúl (19 de Noviembre de 1888) y Alicia (1890).


Salvador Capablanca murió en 1940 y curiosamente tanto él como dos de sus hermanos (Ramiro -abogado- y Aquiles -arquitecto-) sucumbieron por irregularidades en su presión sanguínea, algo que tampoco le fue ajeno al propio José Raúl.


Aprovecho ahora para comentarles que el gran escritor Jorge Daubar, del que de su biografía sobre Capablanca (!!), refrendada por el prestigioso Ministerio de Cultura cubano, he escogido, ¡sin lugar a dudas!, los momentos más emotivos de esta serie internáutica dedicada a la gran figura de José Raúl (en relación con Philidor y a la gran importancia de los peones en el ajedrez), nos dejó unos fragmentos impresionantemente bien relatados sobre los últimos momentos de vida del genial campeón cubano, que merecen reproducirse en esta humilde crónica sobre el ajedrecista con más talento natural de la historia del noble juego-ciencia:


"UNA OLEADA DE CALOR SE GENERA EN EL CENTRO DE SU PECHO, uniforme y fluida, cogiéndolo de lado a lado del cuerpo, para remontar después sus hombros y su garganta, rumbo al norte definitivo de su cabeza, y el rostro se le llena de sangre, mareándole la vista. Una extraña presión le amenaza la parte posterior del cráneo, a la altura del cerebelo, y aflora a su respiración el primer síntoma de la asfixia.

Asustado, el hombre rechaza el periódico que leía y se aferra a los brazos del butacón, trasladando, a sus dedos engarfiados en la madera, la fatigante tensión de los músculos. Alza los ojos al techo, y el brillo múltiple de la lámpara que cuelga encima suyo parece apagarse, a la vez que la ventana cerrada de su izquierda estalla y se desprende de sus clavos para volar remotamente lejos, en un vacío oscuro y comvulso, seco y sin oxígeno, que él no cree que tuviese fin. De pronto, siente que, entre sus cabellos, se desliza una caricia tierna, y una voz susurrante, filtrada por el silencio y la bruma, lo llama por su nombre.


El hombre se vuelve, guiado por su oído y se hunde en el vientre cercano de la mujer que se había detenido a su costado, junto al butacón. Ella le pregunta si se siente mal y la respuesta del hombre es sólo un ligero estremecimiento, como si un frío repentino, penetrando desde la calle, le hubiera sacudido la espina dorsal. La mujer insiste, y una creciente angustia acelera el tono de su voz, y la caricia persistente de su mano se inmoviliza en la mejilla de él, calibrándole la temperatura.


El hombre se tumba hacia atrás en el butacón y reclina, pesadamente, la cabeza contra el borde superior del respaldo, recobrando apenas, el dominio de sus pulmones. Con un gesto, le hace saber a la mujer que se alivia, que la presión cede, mientras que el matiz púrpura de su rostro decrece un tanto y su entorno se estabiliza, retornando cada objeto a su sitio original, desaparecida, a medias, la vorágine loca que los envolviera, quietos todos dentro de la escenografía cotidiana del apartamento.


Hace un esfuerzo para incorporarse y la mujer lo auxilia, sirviéndole de apoyo cuando a él le falla el primer estirón de las rodillas. Se aparta de ella y da un paso adelante, hacia la puerta del apartamento. Descuelga su abrigo de la percha que se encuentra en el vestíbulo, a menos de un metro de la puerta de entrada, y se lo pone, además de la bufanda de lana tejida que enrolla alrededor de su cuello. Al final, toma sus guantes de cabritilla y el sombrero, y mira a la mujer, ensayando una sonrisa que pretende mostrarse tranquilizadora. La besa en la frente, con ternura, agradecido por sus tribulaciones y cuidados.


Capablanca y su musa



Ella lo ve salir al pasillo, y bajar, lentamente, los primeros peldaños de la escalera. Después, completa su observación desde la ventana, atenta a la figura del hombre, todavía erguida y rotunda, que cruza la calle y pasa a la acera de enfrente, y que, antes de torcer a la derecha en la esquina siguiente, se da vuelta hacia el apartamento y se despide, agitando la mano, iluminado de lleno, por la luz opaca de un farol.

Era la noche del 7 de Marzo de 1942, cuatro horas antes del comienzo de la madrugada del próximo día".


JORGE DAUBAR


" Nevaba. Capablanca llegó como tantas veces al Club de Ajedrez de Manhattan, que había sido su refugio favorito de joven estudiante y después de aspirante a cualquier torneo y aún más tarde de gran maestro de juego real y campeón del mundo finalmente. Capa, friolento, pero no lento, se dirigió rápido a la sala de juego sin siquiera quitarse su sobretodo. A pesar de los años pasados en Nueva York y en Europa, a pesar de la nieve rusa, Capa siempre tenía frío. Excepto, por supuesto, cuando jugaba con alguna mujer en la nieve.


Allí en aquel club, llegó, miró, observó y captó de un solo golpe de ojo el estado de cada escaque y el conjunto de piezas derramadas en orden sobre el tablero.

De repente, levantó los brazos de manera extraña, se llevó las manos enguantadas al cuello y pidió casi con un grito:


_ Ayúdenme con la capa!, en español.


Esa fue su frase final. No dijo más y cayó al suelo, muerto.


Había sufrido, según la autopsia, un derrame cerebral masivo. El forense dijo que no se mostraba nada sobrenatural (-específico- fue lo que dijo) en el cerebro de Capablanca, que era particularmente normal. Es obvio que el ajedrez y las muchas mujeres no se ven en el cerebro. ¿Era eso todo lo que había en su cabeza embalsamada? ".


GUILLERMO CABRERA INFANTE



Ramiro Capablanca murió un 6 de Diciembre de 1944. Era el gobernador de las Villas y presidente del Instituto Municipal de Ciencias Panamericano.


También estaban sus hermanas llamadas Graciela, Aída, Zenaida, Clemencia e Hilda y otro hermano, Carlos -que trabajó en la Universidad de la Habana-.


El año 1923 ya había fenecido sin que un simple murmullo anticipara lo que el Año Nuevo reservaba para los amantes del buen ajedrez, pues el 18 de Enero de 1924 en el Manhattan Chess Club, se germinó la idea de organizar en Nueva York un gran evento ajedrecístico. Poco después, la administración del Hotel Alamac dio su consentimiento. Pronto se consiguieron los fondos necesarios y el cable llamó a los hogares más distantes invitando a renombrados maestros como Capablanca, Lasker, Alekhine, Bogoljubow, Reti, Maroczy, Tartakower, Janowski, Yates y a los estadounidensen Marshall y Edward Lasker, a combatir en Nueva York por la fama, la patria y el dinero.


Así cristalizó en el breve plazo de tres meses uno de los acontecimientos más memorables, que los maestros iniciaron el 16 de Marzo arribando al cabo de 33 días a la más satisfactoria conclusión el 18 de Abril. Al día siguiente la presentación de los premios ofreció la escena final y América tuvo la suprema satisfacción de haber producido otro gran Torneo de la misma categoría que los de Nueva York 1889 (1º Chigorin, 2º Weiss, 3º Gunsberg) y Cambridge Springs 1904 (1º Marshall, 2º Lasker, 3º Janowski).


El torneo finalizó con un brillante triunfo del Dr. Emanuel Lasker (sí, como lo leen) que agregó un nuevo laurel a su larga y honrosa campaña. Siendo ésta, en algunos aspectos, una de sus victorias más extraordinarias de su carrera ajedrecística, que no le era necesaria ya para coronarle como uno de los más grandes jugadores de torneos; pero en cambio demostró que el excampeón mundial, a pesar de haber perdido el título tres años antes y ser el veterano de la competencia, era aún capaz de reeditar sus antiguas hazañas.


El comité del torneo consiguió afortunadamente llegar a un acuerdo con el también ilustre Dr. Alekhine para el comentario de las 110 partidas disputadas en el Torneo y ello significó una garantía de eficaz trabajo a la vez que inteligente labor.


Todo quedó reflejado en uno de los libros de torneo más bonitos de la historia, que publicado al español como Suplemento de la Revista Argentina de Ajedrez Caissa, puede ser disfrutado hoy en día bajándolo desde la red.


En defensa de Capablanca (2º clasificado) tendríamos que decir que resultó al principio fuertemente atacado de gripe, lo cual tornó dudosa su participación en el mismo.

De todas formas, un Torneo en donde los cinco primeros, por este orden, son Lasker, Capablanca, Alekhine, Marshall y Reti dice bastante a favor de la gran envergadura del certámen.


De la novena rueda, disputada el 27 de Marzo, fue la apertura de Peón de Dama que jugaron Bogoljubow y Capablanca que se caracterizó por la incomparable precisión del campeón. Aquí el jugador cubano, reforzando la labor que "sólo matizara" varios siglos atrás Philidor (estas cosas son las que hacen precioso al mundo del ajedrez), perfeccionó el uso de la formación central de sus peones, desde una perspectiva meramente posicional , formulando un plan estratégico de largo alcance en torno al mismo.


Como muy bien señala el "estudioso" maestro Drazen Marovic en su nuevo y fantástico libro "Juego dinámico de peones en ajedrez" el maduro Steinitz había dejado atrás las posiciones abiertas de su juventud, y en la última fase de su vida planteaba sus batallas en un nuevo territorio. No era ya la iniciativa lo que le importaba, sino la fuerza de la posición. Esa fuerza se construía desde la primera jugada, estableciendo un punto fuerte en el centro y defendiéndolo. Sin embargo, sigue señalando Marovic, al estudiarse profundamente sus matches contra Chigorin, fue creciendo entre el colectivo venidero de maestros, la conciencia de que mantener una firmeza pasiva en el centro no era suficiente y que, antes o después, las activas fuerzas contrarias pueden provocar grietas en el muro defensivo.


Valía la pena compartir el centro o dominarlo sólo si planes activos podían realizarse gracias a su estabilidad.


Y es que lograr el equilibrio correcto era una tarea temible, que sólo conseguirían llevar a cabo los gigantes ajedrecísticos de comienzo del S.XX como Rubinstein (Marovic pone un ejemplo muy bueno del jugador polaco: Rubinstein-Takács, Budapest 1926) o el mismo Capablanca, que como demostró en esta partida, jugada con una impresionante claridad de pensamiento, representó una lectura sobresaliente de las ventajas de mantener cerrado el centro, ya que aportó la seguridad suficiente para emprender acciones de flanco, factibles y prometedoras que lo llevó a la completa igualdad tras terminar la fase de la apertura.


El alfil de dama de Bogoljubow, desarrollado en "b2", fue cambiado por Capablanca por medio de 10…,Aa3 y la debilidad así producida en las casillas negras, fue suficiente para que Capablanca tornara la posición de su adversario cada vez más insostenible, por dos razones: De entrada, porque las blancas a partir de ese momento no jugaron de forma consistente procurando desalojar la dama negra de su molesta situación por medio de la amenaza del cambio, y fundamentalmente por un segundo motivo de trascendental importancia, que Kaspárov señaló de pasada en su Biblia del Ajedrez y que Rybka ratificó en una partida jugada a Ajedrez Activo contra Fritz10:



Bogoljubow,E - Capablanca,J [D05]
New York, 1924
[Rybka+Fritz+Jimenez]

Al finalizar la primera vuelta, Capablanca sumó 4 de 5, incluida esta victoria sobre Bogoljubow. Kaspárov en sus "Geniales Predecesores" comentó brillantemente esta partida para mostrar las respectivas fuerzas del campeón y de uno de los aspirantes al trono, así como el nivel de comentarios de la época. 1.d4 Cf6 2.Cf3 d5 3.e3 e6 4.Ad3 c5 5.b3 Cc6 6.0-0 Ad6 7.Ab2 0-0 8.Cbd2 De7! 9.Ce5 cxd4 10.exd4 Aa3! "Simplificando ventajosamente la posición y debilitando el flanco enemigo. Esta acción demuestra la visión ajedrecística de Capablanca, ¡que abarca todo el tablero!". Kaspárov. 11.Axa3 Dxa3 "Las negras sencillamente tienen ya una posición cómoda". Kaspárov. 12.Cdf3 Ad7 13.Cxc6 Axc6 14.Dd2 Tac8 15.c3 a6 16.Ce5 Ab5 17.f3? [ " 17.Axb5 axb5 empeoraría sencillamente la posición blanca, permitiendo a las negras presionar sobre dos columnas semiabiertas en el flanco de dama. Entonces, las blancas tendrían que soportar un largo asedio al peón de -c3-. Por otra parte, al considerar 17.Axb5, Bogoljubow debió haber recordado lo que le sucedió a Janowski en su partida con Capablanca (de ocho años atrás, también en Nueva York), cuando los peones doblados del maestro cubano jugaron un papel importante en el desmoronamiento de Janowski (n.d.l.r. ¡Cómo ya comentamos en esta serie de la influencia de Philidor en los campeones del mundo!)". Drazen Marovic. ; "Pero por alguna razón, ninguno de los comentaristas mencionó una jugada que actualmente hubiera realizado el segundo de cualquier maestro: 17.c4! ¡Sencillo y hacia el centro!. Sí, después de 17...dxc4 18.bxc4 las blancas tienen peones colgantes, pero éste es un arma de doble filo, y ambos bandos tienen posibilidades". Kaspárov. Rybka 2.3.2a 32-bit se enfrenta ahora a un nivel de ajedrez activo contra su rival informático Fritz 10 y la idea blanca prospera: 18...Ac6 ( 18...Aa4 19.De3 con idea de 20.Axh7+-. 19...Dd6 20.c5!+/= Chess Stars.) 19.c5! Eficaz jugada, dirigiendo la mirada hacia la casilla "d6" donde las blancas podrían colocar peligrosamente el caballo. ( El equipo de Chess Stars liderado por Alexander Khalifman sugiere aquí sólamente: 19.De3 Dd6 20.Tfd1 Tfd8 21.Af1~~) 19...Ab5 20.Tfc1 Axd3 21.Tc3 Da5 22.Dxd3 Tfd8 23.Cc4 Dc7 24.g3 De7 25.Cd6 Tc7 26.Te1 b6? Fuerza acontecimientos y Rybka no desaprovechará su oportunidad. Veamos: ( >=26...g6 27.a3 Ce8 28.Cxe8 Txe8= Rybka.) 27.Dxa6! bxc5 28.dxc5 Cd7 29.Tec1 Cxc5 Única para recuperar el material entregado, pero: 30.Txc5 Txc5 31.Txc5 Txd6 las blancas se aprovecharon de que las negras no podían tomar de dama, por tener su primera fila desprotegida. 32.Tc8+ Td8 33.a4! Encumbrando al peón pasado. 33...h5 34.Da8! Provoca el cambio y entra en un final de damas claramente favorable. 34...Txc8 35.Dxc8+ Rh7 36.a5+/- Posiblemente, ventaja ganadora. 36...Db4 37.Dc2+ g6 38.a6 h4 Fritz10 intenta jugar activo, pero se sabe que en finales de damas, cuanto más arriba tengas los peones, más ventaja tienes... . 39.gxh4 Simple. 39...Dxh4 40.h3 Dg5+ 41.Rf1 Db5+ 42.De2 Dd5 43.f3 Dándole huecos al rey blanco. 43...Da5 44.Dc4 Da1+ 45.Rf2 Da5 46.Dd3 De5 47.De3 Dh2+ 48.Re1 Dg3+ 49.Rd2 Dd6+ 50.Dd3 Dc5 51.Re2 De5+ 52.Rd1 Da1+ 53.Rc2 Da2+ 54.Rc3 Da5+ 55.Rb3 Dc5 56.Dc4 De3+ 57.Ra4 Dxf3 Las blancas sacrificaron un peón pero el fuerte infante "a" pasado decide la contienda. 58.Dh4+ Rg8 59.Dd8+ Rh7 60.a7 Df4+ 61.Ra5 De5+ 62.Rb6 De3+ 63.Rb7 De4+ 64.Rb8 Db4+ 65.Rc8 Da3 66.Dc7 Rg7 67.De5+ Rh6 68.Db8 De7 69.a8D e5 70.De4 Df8+ 71.Rb7 De7+ 72.Rc6 De6+ 73.Dd6 Dc8+ 74.Rb6 1-0 Rybka 2.3.2a 32-bit-Fritz 10/S/C de Tenerife 2007] 17...Axd3 18.Cxd3 Tc7 19.Tac1 Tfc8 20.Tc2 Ce8 21.Tfc1 Cd6 22.Ce5 Da5 23.a4 Db6 24.Cd3 Dxb3 25.Cc5 Db6 26.Tb2 Da7 27.De1 b6 28.Cd3 Tc4 29.a5 bxa5 30.Cc5 Cb5 31.Te2 Cxd4 32.cxd4 T8xc5 0-1


Este sábado por la mañana me subí en tranvía hasta la ciudad tinerfeña de la Universiada ajedrecística , La Laguna. Allí en su prestigiosa librería Lemus, me hice con un libro apasionante, que había leído en inglés hace mucho tiempo y que ahora tuve la ocasión de releer de nuevo en español y que viene muy bien a colación sobre lo que estamos diciendo en esta crónica: Se trata del libro de Ricardo Reti "Nuevas Ideas en Ajedrez". Fue este texto el que le hizo más popular, el que conmocionó en su día al mundo entero del ajedrez, al atacar los rígidos conceptos posicionistas de los antiguos maestros. RETI redactó este primer "manifiesto" del hipermodernismo desatando una fuerte controversia. Hoy en día, lejos ya de aquel carácter revulsivo, tan asumidas ya sus proposiciones teóricas, el texto sigue mostrando la apasionada faz poética y artística del ajedrez.


Fue su primer libro. Reti reunió en él sus más penetrantes artículos que desde 1919 publicaba en la prensa europea. Momentáneamente había dejado el ajedrez activo para reflexionar, ¡en alta voz con su pluma!, acerca de cuanto sucedía en el panorama ajedrecístico. "Nuevas ideas…" apareció pues en 1922, en Viena y nadie pudo quedar ajeno al fragor de aquella batalla de ideas.


Lo que más me impresionó del libro y de la gran clarividencia de Ricardo Reti, fue que cuando comienza a hablar de las ideas modernas, empieza señalando como precursor de las mismas a José Raúl Capablanca (!!). Indica Reti, que viéndole personalmente analizar, le provocó a él mismo una brecha en su fe ciega en el viejo principio, según el cual, toda jugada de apertura debe apuntar al desarrollo de una pieza. Y tuvo que estudiar muchas partidas del genial jugador cubano para darse cuenta de que, a diferencia de los maestros de su época, él mismo había dejado de seguir estrictamente este principio: "No era el principio de Morphy sobre el rápido desarrollo de las piezas el que guiaba su juego, sino que sus planes solían basarse esencialmente en consideraciones posicionales (como bien recoge Drazen Marovic en nuestro ejemplo!!). Toda jugada que no correspondía al plan, incluso las de desarrollo, suponía una pérdida de tiempo para él…(!?)".


Continuamos ahora esta bella crónica con otro aspecto humano del maestro cubano:


Una carta escrita por Capablanca a su hijo cuando éste último tenía menos de tres años de edad que, nos ayuda a entender un poco más el carácter de nuestro ídolo:



Capablanca e hijo



J. R. Capablanca, 7 de Octubre de 1925


Mi querido hijo:


Deberás guardar esta carta para leerla nuevamente cuando tengas 21 años porque las cosas que no conozcas o entiendas ahora, seguro que comprenderás entonces. Antes que nada, siempre respeta y ama a tu madre por encima de todas las cosas. Nunca le mientas, cuéntale la verdad. Tu padre, que te escribe estas líneas, tiene la reputación en este mundo de ser una persona honesta – muy sincera y honorable.


Procura imitarme en estas cosas. Sé estudioso y fuerte, para que puedas defender a tu madre y a tu hermana, tanto con la mente como con tus manos. Sea lo que fuere que estudies recuerda que por encima de todas las cosas deberás defender tus intereses y los de tu familia. Cuando los tengas defendidos, si prefieres hacer otra cosa, concéntrate entonces en lo que te guste. No olvides que el mejor periodo de la vida de un hombre es su época de estudiante. Como niño no te lo parecerá tanto, pero cuando hayas alcanzado la barrera de los cuarenta años, verás cuanta verdad hay en lo que ahora te digo.


En el plano físico, hay dos cosas que deberás aprender a hacer bien: nadar y boxear, para que te puedas defender tanto en mar como en tierra. Esto no significa que tengas que estar a menudo peleándote, sino que debes estar preparado por si fuera necesario.


Intenta ser un hombre con una cultura versátil. No hay nada en el mundo más entretenido que la lectura. Los libros son tambien necesarios para sentirnos útiles ante la humanidad. Si decides rechazarlos, por favor, nunca juegues a los naipes, fumes o bebas alcohol de ninguna clase. Son cosas que en gran medida acortan la vida, debilitando a los hombres tanto física, como intelectualmente y moralmente.


Sé una persona honesta y un buen hombre.


Hijo mío, recibe un abrazo con todo el cariño, de tu padre,


J.R. CAPABLANCA.


¡Estoy seguro que todos nosotros deseamos lo mismo para nuestros seres queridos! .


Desde luego, como bien dijo el Premio Cervantes de Literatura, Guillermo Cabrera Infante , la vida de José Raúl Capablanca, es una vida ¡para leerla!. Y la comenta junto a la de destacadas figuras de las letras como el eminente poeta Federico García Lorca, o los grandes escritores José Lezama-Lima y Virgilio Piñera, entre otros intelectos de este mundo:


" CAPA, HIJO DE CAISSA


"¿A dónde vas tan de prisa?"

"Al café de Flore. Echan una partida Céline y Henry Miller"

"¡Eah! Escritores menores"

"Pero es que juegan contra Capablanca"

"¿A qué esperamos?"



La primera vez que vi a Capablanca fue la última. Mi madre me llevó a verlo. Mi madre, tengo que decirlo, no tenía idea de lo que era el ajedrez pero sí sabía quién era Capablanca. Una tarde casi a primera noche nos arrastró a mi hermano y a mí a ver a Capablanca. Salimos después de comer y llegamos a nuestro destino, el Capitolio Nacional, cuando casi era de noche. El enorme edificio blanco estaba iluminado para una fiesta, a la que íbamos. Subimos la alta, ancha escalinata de granito hasta el salón de los Pasos Perdidos (buen nombre, lástima que fuera prestado) y allí en medio estaba Capablanca en su posición de eminente jugador de ajedrez que ha sufrido un jaque mate. Cuando nos acercamos, con reverencia, pude ver todo lo que se podía ver de Capablanca: sólo su rostro. Estaba terriblemente pálido, gris más bien y en la nariz y en los oídos tenía torpes tapones de algodón. Capablanca se veía inmóvil y sin edad: estaba muerto, era evidente, aunque era un inmortal.


El catafalco, palabra nueva, quedaba justo encima del diamante en el centro del enorme salón donde se perdían nuestros pasos. En medio del medio, central, estaba el diamante, protegido por un grueso cristal que aseguraba su posesión y al mismo tiempo aumentaba su tamaño y su valor. El diamante aparecía como muchas mujeres, a la vez atractivo e inaccesible. Era, lo han adivinado, una versión cubana del colosal Kohinoor que Raffles, sus manos de seda nunca sobre la piedra trunca, soñó con robar. El diamante, además, no sólo era una piedra preciosa sino un mojón miliar: marcaba el kilómetro cero de la carretera central, por orden del general Gerardo Machado, tirano de turno. Ahora, joya sobre joya, el ataúd en que descansaba Capablanca, su estuche, se posaba, pesado, con su carga preciosa sobre el duro diamante popular y la acumulación de riquezas era casi insoportable para un niño que trataba de comprender qué significaba tanta veneración. Mi madre, una loca por la cultura, dijo definitiva: "Es una gloria de Cuba". No dijo fue sino es. Capablanca es. La vida de Capablanca comienza donde empieza el ajedrez.


Su juego es su vida.


Jugadores de ajedrez, ¡apártense! ".


GUILLERMO CABRERA INFANTE (Noviembre de 1988) VIDAS PARA LEERLAS




Portada del libro de Cabrera Infante


Esperando que os haya gustado esta penúltima crónica sobre la influencia de Philidor en José Raúl Capablanca, recibid un cordial saludo,


ANGEL JIMÉNEZ ARTEAGA

( aarteaga61@gmail.com).



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